jueves, 1 de marzo de 2007

MITO V

LAS TRES PRIMERAS UTOPÍAS

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Mucho antes de crear las aves y los peces, las aguas y las montañas, la luz del día y el hombre y la mujer, e incluso antes de crear el propio mundo, ideó Dios, el primer soviético, el primer revolucionario, el primero de todo,tres utopías que serían la Creación.

La primera utopía estaba clara: todo menos Dios eracorruptible, degradable, asquerosamente pedecedero. Por ello, Él debía crear un Universo perfecto, infinito, absoluto. ¿Y qué hay másabsoluto y perfecto que el Orden de la Nada? Y así fue que Dios hizo un Universo blanco impoluto, sin planetas, sin estrellas, sin nebulosas. Era un inmenso océano de claridad, de perfección. Y Dios quedó satisfecho.
Pasó un tiempo inmediable para un simple mortal y Dios miró su obra. Y entonces dijo: "esto no es Creación". Y era cierto, la nebulosa blanca no era Creación, era la no-Creación. Era estúpidamente vacía. ¿Qué de genuino tenía una blancura infinita? ¿Qué magnificencia aportaba algo frío, desierto, yermo? No, no era esa su utopía.

La segunda utopía se la planteó Dios de esta manera: "He de partir de que algo perfecto es algo incorruptible, que no se degrada y, además, debe ser orgánico, debe estar vivo. Pero no debe sentir, puesto que sino se acabará degradando". Así Dios comprendió que la solución era crear sobre su infinidad blanca, su Orden Blanco, una nube enorme, blanca también, perfecta e infinitamente bella. Y llamó a su ángeles y la pobló de ángeles y les nombró a todos iguales (pues Dios estimaba que todos debían de ser iguales, que la jerarquía les corrompería). Y así Dios quedó tranquilo, pues había conseguido un Universo perfecta: el Universo Blanco aportaba Orden, los ángeles vida y ambos, perfección.
Pero Dios se dio cuenta, un día, abservándoles, que los ángeles eran estúpidos. Estaban vivos, no pecaban, eran perfectos, pero se acababan perdiendo en la inmensidad blanca, atontados por la blanca luz celestial que irradiaba aquel Universo. Y desaparecían. Y Dios se percató que tampoco estaban vivos, puesto que no morían; cuando la inmensidad blanca se los tragaba no morían, desaparecían. Y entonces no eran perfectos. Y Dios, harto, destruyó el Universo Blanco y a los ángeles estúpidos, fríos como la piedra, tontos de remate.

Hastiado por los fracasos, Dios no se había rendido. Se replanteó los problemas de sus dos anteriores utopías y, entonces, llegó a la conclusión de que debía poblar su universo de seres inteligentes, de seres que viviesen, que muriesen que, además, sintiesen y padeciesen, para que así no se perdieran en la infinidad blanca. Y así Dios creó un Universo oscuro, negro, terrorífico, para que los nuevos pobladores no pereciesen por idolatrarlo. Y entonces Dios se planteó con qué criatura debía poblar el Universo. Y entonces comprendió que debían ser los humanos. "Pero los humanos mueren". "Y se corrompen". "Y unos se vuelven contra otros". Pero entonces Dios imaginó al ser humano en la más tierna infancia y comprendió que, un niño pequeño era perfecto. No tenía maldad. No se creería por encima de los otros. Tendría una tierna inteligencia, pero la tendría. Sentiríay padecería. El único problema era que, al hacerse mayores, irremediablemente serían imperfectos: mezquinos, malvados y, de viejos, acabarían muriendo. Y entonces decidió congelarles en el tiempo, y que fuesen bebés para siempre. Y los mandó a una nueva Tierra, una Tierra plana y simple, pues no necesitaban de más. Y Dios vió que era un mundo perfecto que había conseguido la más perfecta Creación. El mundo, lleno de estas infantiles y graciosas criaturas, era maravilloso.
Y Dios, tras un tiempo, contempló su obra. Y, estupefacto, horrorizado, comprobó que su Paraíso de preciosas e inocentes criaturas era un basto desierto de cadáveres de niños. Y entonces Dios supo que los bebés no eran perfectos pues, si bien si acumulaban todas las cualidades que Dios había decidido que debía tener su Creación para ser perfecta, éstos fallecían. Porque necesitaban a los imperfectos adultos, a esos mezquinos seres, para cuidarles. Porque en un principio todo fueron risas y juegos, y el mundo fue maravilloso. Pero con el paso de las horas los bebés necesitaron alimentos, y no había nadie para dárselos. Y sus cualidades no estaban desarrolladas, y murieron de frío, de hambre, de miedo.

Y Dios se rindió. E hizo una Tierra redondamente imperfecta, con peligrosos océanos y montañas donde las criaturas podían encontrar la muerte. Y pobló la Tierra de la luz del día y la noche, y de los animales feroces y de los animales benévolos. Y la pobló de seres humanos adultos, mezquinos, corruptibles y, por ello, perfectos. Y Dios vio su obra, vio su sopa caótica y uniforme de un Universo con planetas dispersos y seres malvados, pero también buenos. Y permitió que los hombres se rigiese por sus propias leyes, por sus propios gobernantes. Y hubo Reyes y Presidentes y Señores. Y dijo: "Ésta es la verdadera Creación, la verdadera perfección. Quede demostrado que todas las utopías están condenadas al fracaso, porque la perfección no existe si no en las imperfeccionadas criaturas que pueblan el mundo".


El Hispánico

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